sábado, 19 de febrero de 2011

Un nuevo final para La Celestina

Nadie lamenta la muerte de Celestina, en manos de Sempronio y Pármeno. Todos continúan con su vida. 

Antes de morir, Celestina había conseguido que Melibea se interesase un poco más por Calisto y le contase a su padre sus sentimientos hacia él. Pleberio no lo aceptaba porque no le gustaba Calisto para su niña consentida pero, a base de rogárselo y suplicárselo, el viejo acaba por aceptarlo. Melibea y Calisto se casan y tienen una preciosa niña a la que llaman Celestina, ya que fue gracias a su ayuda que dieron fruto a su amor.

Pasan unos años y un buen día aparece una extraña sirvienta en la habitación de Melibea y le ofrece un tentador café calentito, que ella acepta de buen gusto. Al terminárselo cae al suelo,  rendida e inconsciente, y nadie es capaz de reanimarla. Melibea ha muerto. 

Calisto, muy afligido por la muerte de su amada, sale a pasear por el campo y se encuentra con una joven preciosa que está cogiendo margaritas. Queda hipnotizado por su belleza y se acerca a saludarla. Ella le entrega una de las flores que lleva consigo y Calisto, al olerla, queda bajo los efectos de un hechizo y se enamora perdidamente de ella.

Pasa el tiempo y Calisto vive junto a su hija Celestina y junto a la preciosa joven. Pero un día, ésta está jugando en el jardín junto a la hija de su amado y, en un descuido, se hace un arañazo con una astilla. En ese momento su rostro empieza a desfigurarse y a cambiar, de manera que se llena de arrugas, como si hubiesen pasado treinta años en un abrir y cerrar de ojos. Al verla, Calisto se da cuenta de que se trata de la alcahueta Celestina, que realmente no había muerto años antes, sino que era un engaño que le había hecho creer a todos para, después, vengarse de Calisto, ya que fueron sus criados los que intentaron matarla. Para vengarse, decidió disfrazarse de sirvienta y envenenó a Melibea, ya que no fue capaz de hacerle daño a Calisto porque se había enamorado de él. Calisto también sentía amor hacia ella y le gustaba mucho que se llevase tan bien con su hija. No le importaba que fuese unos cuantos años mayor que él. 

Celestina no le cuenta a Calisto que envenenó a su esposa y viven felices el resto de sus días junto a su pequeña hija.